Un capricho del destino hizo que Lali, de menos de un mes de vida, llegara a la vida con dos caras, lo que, a ojos de algunos, la ha convertido para algunos en la reencarnación de una divinidad hindú. Hasta la tranquila localidad de Saifi, a 50 kilómetros de Nueva Delhi, ya han peregrinado centenares de indios para ver a la recién nacida, a la que sus padres se niegan a operar.
martes, 8 de abril de 2008
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